sábado, 1 de junio de 2013

Villafranca Montes de Oca-Cardeñuela Riopico

31 de mayo - Desayuno con James en el restaurante El Pájaro, propiedad de los padres de Silvia y Cristina. Ninguno tiene prisa y nos quedamos charlando un par de horas. Aparece Cristina, nos pregunta cómo hemos dormido y se une a la conversación. Tengo que hacer de traductor porque James no habla español y Cristina no habla inglés. Cristina se ofrece a enseñarnos la cocina original de la casa rural, antiquísima, con una cocina de leña central alrededor de la cual se sentaban los comensales (ver foto). Se estaría calentito pero terminarian todos ahumados, así de negra está la cocina. Hay también todo tipo de artilugios antiguos: un brasero, un secadero de carne, un trillo, y un calentador de camas de lo más curioso.
Me despido de Cristina y de James (hoy solo va a hacer 12 km) y salgo al Camino. Hoy toca subir los Montes de Oca,  que están a 1.100 mts de altura. No llueve pero hace un viento frio que "se te mete topaentro", como dicen por aquí. Cambia el paisaje,  caminamos por una pista forestal con bosques a derecha e izquierda, antiguo lugar de "trabajo" de ladrones y bandidos,  que atracaban a los peregrinos. Estos ladrones y bandidos se han reconvertido en comerciantes y tenderos, que pueden llegar a cobrar 2,5 € por un pedazo de calabaza. Y es que tampoco el Camino se libra de que se haga negocio a su costa.
Bajo de Montes de Oca a San Juan de Ortega, fundado por el santo del mismo nombre, discípulo de Santo Domingo y que contribuyó a mejorar el Camino. El pueblo es muy bonito,  y la iglesia-monasterio también (ver foto del sepulcro de San Juan bajo palio gótico). Sigo adelante hasta Atapuerca, famosa por los yacimientos de restos humanos que durante varios años fueron los más antiguos de Europa. El paisaje en esta zona es espectacular, no hay industria,  ni carreteras, ni ruido.  Me encuentro con Mark en el restaurante donde estoy comiendo (como dije en una entrada anterior, el Camino separa y reúne). Nos zampamos cada uno un plato de lentejas y cordero guisado, de lo mejorcito que he comido últimamente. Tomamos un café y estiramos la sobremesa un par de horas (mi inglés está mejorando mucho con estos americanos tan habladores !!!). Mark no tiene prisa porque duerme en Atapuerca, pero yo tengo que seguir,  así que me despido de él y continúo hasta Cardeñuela.

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